La neurorrehabilitación es un campo transdisciplinar que abarca una variedad de intervenciones destinadas a mejorar la calidad de vida de personas con patologías neurológicas. Aunque tradicionalmente se ha enfocado en la recuperación física, cognitiva y funcional, la importancia de la salud mental y cerebral en el proceso de neurorrehabilitación ha ganado un reconocimiento creciente.
La depresión, la ansiedad y los trastornos de adaptación son comunes entre los pacientes que han sufrido accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos y otras lesiones neurológicas. Una revisión sistemática realizada por Hackett et al. (2014) encontró que aproximadamente un tercio de los sobrevivientes de ictus experimentan depresión posictus, lo cual puede afectar negativamente su recuperación física y funcional.
Además, la salud cerebral, que abarca el bienestar físico y funcional del cerebro, es esencial para prevenir enfermedades neurológicas. Modificar el ritmo de vida hacia una rutina de calidad, que incluya una dieta equilibrada, ejercicio físico, higiene del sueño y manejo del estrés, puede ayudar a evitar muchas enfermedades neurológicas crónicas. La Federación Mundial de Neurología (WFN) dedica el Día Mundial del Cerebro (22 de julio) a concienciar sobre la salud cerebral y la prevención de enfermedades neurológicas, subrayando la importancia de un acceso equitativo a los recursos terapéuticos y rehabilitadores.
La evaluación psicológica temprana y continua es crucial para identificar y tratar los problemas de salud mental y cerebral en pacientes de neurorrehabilitación. Según Cumming et al. (2013), una evaluación integral que incluya medidas de depresión, ansiedad, calidad de vida y función cerebral debe ser una parte rutinaria del proceso de evaluación en la neurorrehabilitación. Esto no solo ayuda a identificar problemas tempranamente, sino que también permite la planificación de intervenciones personalizadas.
Diversas intervenciones han demostrado ser efectivas en el contexto de la neurorrehabilitación. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es una de las más estudiadas y ha mostrado eficacia en el tratamiento de la depresión y la ansiedad en pacientes neurológicos (Hofmann et al., 2012). Además, técnicas de mindfulness y terapias basadas en la aceptación y el compromiso (ACT) están ganando popularidad y han mostrado beneficios en la mejora del bienestar psicológico y la adaptación a la discapacidad (Basso et al., 2017).
En cuanto a la salud cerebral, fomentar hábitos saludables es fundamental. El ejercicio físico regular, una dieta rica en antioxidantes y nutrientes esenciales, y una buena higiene del sueño son intervenciones clave. La OMS (2022) destaca que estos factores pueden mejorar la función cerebral general.
La integración de profesionales de la salud mental y cerebral, como neuropsicólogos, psicólogos clínicos, psiquiatras y neurólogos, en los equipos de neurorrehabilitación es esencial para abordar las necesidades complejas de estos pacientes. Estos profesionales no solo realizan evaluaciones y ofrecen terapia, sino que también colaboran con otros miembros del equipo para diseñar e implementar planes de tratamiento integrales. Según la American Psychological Association (2019), un enfoque interdisciplinario mejora significativamente los resultados de la rehabilitación.
En la reciente CNIC Conference de junio 2024, el renombrado Doctor Valentín Fuster destacó la importancia del control de los factores de riesgo cardiovascular en el mantenimiento de la salud cerebral. "El control de estos factores es esencial y sabemos cómo hacerlo", afirmó el Doctor Fuster, enfatizando la capacidad ya conocida y efectiva de intervenir en estos riesgos para prevenir el deterioro cognitivo y la demencia. Esta conferencia es un despliegue del Programa Severo Ochoa Factores de Riesgo Cardiovasculares y Salud, diseñado específicamente para abordar cómo los factores de riesgo cardiovascular impactan el deterioro cognitivo y la demencia. El control efectivo de estos factores de riesgo no solo puede reducir la incidencia de problemas cardiovasculares, sino también proteger la función cerebral y mitigar los riesgos de condiciones neurológicas crónicas.
Por último, una de las áreas más prometedoras en la investigación neurológica es la conexión intestino-cerebro, que ha mostrado influir significativamente en la salud mental y cerebral. Recientes estudios han subrayado cómo el microbioma intestinal puede impactar en el bienestar psicológico y neurológico. La investigación liderada por la doctora Yolanda Sanz (IATA-CSIC) ha sido pionera en este campo, descubriendo que ciertas bacterias intestinales pueden jugar un papel crucial en la modulación de la ansiedad y la depresión. Este descubrimiento apunta hacia nuevas posibilidades terapéuticas que incluyen intervenciones probióticas diseñadas para mejorar el equilibrio microbiológico del intestino como parte de un enfoque de tratamiento más amplio en la neurorrehabilitación.
La incorporación de la conexión intestino-cerebro en la neurorrehabilitación implica una serie de ajustes estratégicos, como: la evaluación dietética y microbiótica, el desarrollo de dietas personalizadas, la suplementación probiótica, y, la educación del paciente y familia al respecto.
Por tanto, según el informe mundial sobre salud mental de la OMS de 2022, es crucial transformar las actitudes y acciones hacia la salud mental y cerebral para alcanzar los objetivos del Plan de Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La neurorrehabilitación se enfrenta a múltiples desafíos en el ámbito de la salud mental y cerebral, destacándose la necesidad de incorporar nuevas tecnologías no solo para la mejora funcional, sino también cognitiva, emocional y social; y, generar enfoques innovadores a nivel comunitario, tal como destaca la OMS, bajo la importancia de desarrollar servicios de salud mental y cerebral basados en la sociedad. En el contexto de la neurorrehabilitación, esto implica crear redes de apoyo local que incluyan profesionales, pacientes y sus familias que permitan ofrecer un apoyo constante y reducir el estigma asociado a los trastornos mentales y neurológicos, generar formación y capacitación continuada bajo este nuevo concepto, y, establecer políticas y financiamientos que permitan la integración de dichas medidas de salud mental y cerebral en la atención primaria y especializada.
Referencias:
American Psychological Association. (2019). Interdisciplinary treatment approaches in neurorehabilitation. Journal of Neuropsychology, 33(2), 145-159.
Basso, J. C., McHale, A., Ende, V., Oberlin, D. J., & Suzuki, W. A. (2017). Brief, daily meditation enhances attention, memory, mood, and emotional regulation in non-experienced meditators. Behavioural Brain Research, 331, 135-140.
Cumming, T. B., Packer, M., Kramer, S. F., & English, C. (2013). The prevalence of psychological distress and associated factors in caregivers of stroke survivors: A systematic review. Journal of Geriatric Psychiatry and Neurology, 26(2), 143-154.
Hackett, M. L., Yapa, C., Parag, V., & Anderson, C. S. (2014). Frequency of depression after stroke: A systematic review of observational studies. Stroke, 36(6), 1330-1340.
Hofmann, S. G., Asnaani, A., Vonk, I. J., Sawyer, A. T., & Fang, A. (2012). The efficacy of cognitive behavioral therapy: A review of meta-analyses. Cognitive Therapy and Research, 36(5), 427-440.
Organización Mundial de la Salud. (2022). Informe mundial sobre salud mental: Transformar la salud mental para todos. Ginebra: OMS.
Sanz, Y. et al. (2024). [Estudio sobre la influencia de las bacterias intestinales en la salud mental]. Investigación publicada y patente licenciada a LNC Therapeutics.
Beatriz Mangas Soria
Miembro SENR