EL ICTUS EN LA POBLACIÓN PEDIÁTRICA

Como bien recordamos todos, el próximo 26 de octubre es el día mundial del daño cerebral adquirido. En la Sociedad Española de Neurorrehabilitación, nos ha parecido importante recordar una causa poco reconocida del daño adquirido en la población infantil.



A pesar de que la incidencia del ictus infantil es mucho menor que en la edad adulta, no es menospreciable y ha ido en aumento, probablemente porque se diagnostican más.  Su frecuencia es similar o algo superior a la de los tumores cerebrales infantiles (2-13 casos/100.000 niños/año) y constituye una de las 10 causas más frecuentes de mortalidad en la infancia. Más del 50% de los casos son ictus hemorrágicos.

Entre el 6-10% de los niños que sufren un ictus fallecen, más del 20% sufre una recurrencia y el 70% sufren secuelas (motoras, del lenguaje, epilepsia, alteraciones del comportamiento, dificultades en el aprendizaje o problemas en el desarrollo). A pesar de que la mortalidad asociada es de un tercio de la encontrada en adultos, la mayor esperanza de vida hace que las consecuencias del daño cerebral se arrastren durante más tiempo, afectando significativamente a la calidad de vida de pacientes y familiares y generando un elevado coste emocional, social y económico, probablemente mayor que el derivado del ictus en adultos.

Las causas de ictus infantiles son mucho más numerosas que en adultos:  cardiopatías, anemia drepanocítica, arteriopatías no inflamatorias, anormalidades de la coagulación, infecciones, traumatismos craneales, migraña, drogas, enfermedades metabólicas, deshidratación, malformaciones vasculares, tumores intracraneales, etc.

El diagnóstico resulta más dificultoso, ya que la mayoría de los signos y síntomas de los ictus son inespecíficos y fácilmente atribuibles a otras causas, por lo que la sospecha inicial en muchos casos no es fácil y hace que sean frecuentes los retrasos en el diagnóstico.

Dado que el ictus pediátrico es una emergencia, es preciso sensibilizar y educar a la población, a los pediatras de atención primaria y a los médicos de urgencia extra e intrahospitalaria sobre esta patología ya que, al igual que en el ictus del adulto, el diagnóstico precoz es la principal herramienta para aplicar medidas terapéuticas que puedan limitar el daño cerebral.

En varias Comunidades Autónomas españolas (Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana), existe ya el Código Ictus pediátrico.

El uso de tratamiento fibrinolítico no se recomienda actualmente en las guías de pediatría, ya que los datos de seguridad y eficacia en este grupo de edad son limitados. No obstante, puede usarse en casos seleccionados como indicación “off-label” y en centros con experiencia en esta patología.

Referencias:
•    De Castro, P. y Vázquez, M. Accidentes cerebrovasculares en el niño y en el adolescente. Protocolos Diagnósticos Terapéuticos de la AEP.: Neurología Pediátrica: 262-270.
•    Sánchez Álvarez, M.J. Epidemiología y causas de la patología vascular cerebral en niños. Rev Esp Pediatr 2017; 73 (Supl 1): 1-5.
•    Palomino García, A. Diagnóstico y manejo del ictus. Rev Esp Pediatr 2017; 73 (Supl 1): 6-10.
•    Alcázar Romero, P.P. Neurorradiología en el ictus isquémico agudo pediátrico.  Rev Esp Pediatr 2017; 73 (Supl 1): 12-13.
•    Llombart, A. Jadraque R y Gómez, F. (2017). Protocolo de Ictus en la infancia. Neurología Infantil. Servicio de Pediatría. Departamento de Salud. Hospital General de Alicante.
•    Grupo de Trabajo Código Ictus Pediátrico. (2019). Ictus Pediátrico. Dirección general de Coordinación de la Asistencia sanitaria. Consejería de Sanidad. Comunidad de Madrid.

Dra. Teresa Pérez Nieves
Jefa del Servicio de Rehabilitación
Adjunta de Gerencia
Clínica San Vicente

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