La migraña, especialmente en su forma con aura, no solo representa un trastorno neurológico primario de alta prevalencia (afectando hasta al 20 % de la población global), sino que constituye además un factor de riesgo independiente para el ictus isquémico. Este riesgo se duplica en mujeres jóvenes que fuman y/o utilizan anticonceptivos orales. Asimismo, las crisis con aura prolongadas pueden preceder a un evento cerebrovascular, dando lugar a un infarto migrañoso, con mayor frecuencia en mujeres menores de 45 años.
Por otro lado, el ictus —como forma común de daño cerebral sobrevenido (DCS)— puede dar lugar a la aparición de una cefalea de inicio agudo o tardío, conocida como cefalea posictus. Esta es más prevalente en los infartos de circulación posterior y, en muchos casos, adopta un perfil trigeminovascular, con dolor unilateral, de intensidad moderada a severa y carácter persistente en aproximadamente el 20 % de los pacientes más allá del primer mes. Su fisiopatología comparte mecanismos con la migraña, incluyendo la activación de aferencias trigeminovasculares, la inflamación meníngea y alteraciones endoteliales postisquémicas.
Tal como se recoge en la Guía 3 de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación (SENR): Manejo del dolor en el daño cerebral sobrevenido, es fundamental realizar una evaluación precoz de toda cefalea en pacientes con DCS, diferenciando entre una exacerbación de una migraña preexistente y una cefalea secundaria de novo. El abordaje temprano no solo permite prevenir su cronificación y el sobreuso de analgésicos, sino que además contribuye a reducir el riesgo de recurrencia de eventos cerebrovasculares.
Con motivo del Día Internacional de Acción contra la Migraña, que se celebra el próximo 12 de septiembre, la SENR hace un llamado a reforzar la formación específica en neurorrehabilitación orientada a la prevención del daño cerebral y al abordaje integral del dolor cefálico en este contexto. Reconocer la bidireccionalidad entre migraña e ictus es clave: la migraña puede preceder al ictus, y el ictus puede desencadenar cefaleas secundarias o descompensar cuadros migrañosos previos. La implicación coordinada de neurólogos, rehabilitadores, médicos de atención primaria, personal de enfermería y terapeutas especializados resulta esencial para identificar perfiles de riesgo, personalizar tratamientos tempranos y reducir tanto la incidencia de ictus como la carga de cefalea crónica asociada.
Referencias:
Colomer C, Juárez-Belaúnde A. Guía: Principios básicos del manejo del dolor en el daño cerebral sobrevenido. Recomendaciones de la Sociedad Española de Neurorrehabilitación. Sociedad Española de Neurorrehabilitación. 1ra edición. 2021. ISBN: 978-84-09-67774-5.
Ravi V, Meinagh SO, Shahripour RB. Reviewing migraine-associated pathophysiology and its impact on elevated stroke risk. Front Neurol. 2024; 15: 1435208.
Harriott AM, Karakaya F, Ayata C. Headache after ischemic stroke. Neurology. 2020; 94(1): e75-86.
Santos S, Pozo P. Manual de Práctica Clínica en Cefaleas. Recomendaciones Diagnóstico-Terapéuticas de la Sociedad Española de Neurología. Sociedad Española de Neurología. Editorial Luzán 5. 2020. ISBN: 978-84-18420-19-1.
Boronczyk M, Zdunska A, Wegrzynek-Gallina J, Grodzka O, Lasek-Bal A, Domitrz I. Migraine and stroke: correlation, coexistence, dependence – a modern perspective. J Headache Pain. 2025; 26: 39.
Alan Juárez-Belaúnde
Miembro SENR